Hoy se cumplen 70 años de uno de los días más oscuros y brutales de la historia argentina del siglo XX. El 16 de junio de 1955, la democracia fue atacada por las propias Fuerzas Armadas del país en el infame bombardeo a la Plaza de Mayo. En un intento de golpe de Estado, aviones de la Aviación Naval y la Fuerza Aérea arrojaron toneladas de explosivos sobre la Casa Rosada y sus alrededores, dejando una herida imborrable en la memoria colectiva.
El objetivo principal era asesinar al entonces presidente constitucional, Juan Domingo Perón. No lo lograron. Sin embargo, la acción se convirtió en una masacre que le costó la vida a 309 personas, la mayoría civiles inocentes que simplemente transitaban por el centro de Buenos Aires.
Un Golpe de Estado para Matar a Perón
La jornada del 16 de junio no fue un hecho aislado, sino la culminación de un clima de extrema tensión política entre el gobierno peronista y sus opositores. Días antes, la tradicional procesión de Corpus Christi se había transformado en una masiva manifestación opositora, caldeando aún más los ánimos.
En ese contexto, facciones de las Fuerzas Armadas —principalmente de la Marina— planearon y ejecutaron el ataque. El plan era simple y atroz: bombardear la Casa de Gobierno durante un acto público para asegurar la muerte de Perón y tomar el poder. Pero el presidente fue alertado y no se encontraba en el lugar. Las bombas, sin embargo, cayeron igual sobre una plaza llena de transeúntes, colectivos y edificios, sembrando el terror y la muerte.
El Reflejo del Horror en la Literatura
Como sucede con las grandes tragedias nacionales, la cultura y, en especial, la literatura argentina, se hicieron eco del horror para intentar procesarlo y narrarlo. Uno de los relatos más conmovedores y crudos sobre la jornada es el cuento «El héroe», del escritor y periodista Miguel Briante, incluido en su libro «Las hamacas voladoras» (1964).
En su obra, Briante no se centra en la gran épica política, sino que narra el bombardeo a la Plaza de Mayo desde la perspectiva de un aviador, explorando la psicología, las justificaciones y el impacto humano de un hombre que participa en la matanza de su propio pueblo. A través de la ficción, la literatura ofrece una poderosa herramienta para no olvidar y para seguir reflexionando sobre las heridas de nuestra historia.