La Cámara Argentina de Productores Avícolas (CAPIA) encendió las alarmas ante lo que denuncian como una «invasión» de contrabando de huevos. Según la entidad, cada día ingresan al país de forma ilegal alrededor de 550.000 unidades desde Brasil, Paraguay y Bolivia, generando una doble amenaza: una competencia desleal que asfixia a los productores locales y un grave riesgo sanitario para los consumidores.
Las provincias de Corrientes, Salta, Formosa y Misiones fueron identificadas como los principales focos donde se comercializa esta mercadería, que ingresa sin ningún tipo de control fronterizo, sanitario ni impositivo.
Competencia Desleal que Asfixia a Productores
El impacto económico es devastador para la industria nacional. Mientras un maple de 30 huevos producido legalmente en Argentina tiene un costo promedio de $8.000 en el mercado, el maple de contrabando se puede conseguir por hasta $3.000 menos. Esta diferencia de precio, imposible de igualar para quien paga impuestos y cumple con las normativas, está perjudicando principalmente a los pequeños y medianos productores.
Javier Prida, presidente de CAPIA, explicó que esta situación agrava la crisis que ya atraviesa el sector, golpeado por el aumento de costos y la caída del consumo. «Se está produciendo una violación clara de las fronteras, mientras las autoridades responsables parecen adoptar una actitud pasiva», denunciaron desde la cámara, reclamando una intervención coordinada del Estado.
Un Peligro para la Salud Pública
Más allá de la guerra de precios, desde CAPIA pusieron el foco en el grave riesgo sanitario. Los huevos de contrabando no cumplen con ninguna de las exigencias necesarias para su venta en el país. Esto significa que no tienen trazabilidad (es imposible saber su origen exacto o su fecha de vencimiento real), no pasan por controles de enfermedades como la salmonella, y no cuentan con las certificaciones sanitarias que exigen los organismos como SENASA.
El consumo de estos productos representa un peligro directo para la salud de la población, que, atraída por un precio más bajo, puede estar comprando un alimento sin ninguna garantía de calidad ni seguridad.