La violencia urbana escaló a un nivel de irracionalidad y salvajismo alarmante en Bahía Blanca. Una mujer, identificada como Mayra Coronel, fue víctima de un brutal ataque a bordo de un colectivo de la línea 518. Un grupo de adolescentes la agredió con un caño de metal, provocándole heridas gravísimas, por un motivo tan absurdo como insólito: no haberlas invitado a la fiesta de 15 de su hija.
El hecho, que expone una descomposición social preocupante, ocurrió a la vista de todos los pasajeros y, lo que es aún más desgarrador, en presencia del pequeño hijo de seis años y el nieto de siete de la víctima.
Un Viaje que Terminó en Pesadilla
Mayra Coronel relató el calvario que vivió. El ataque fue directo y sin mediar palabra. Los golpes, propinados con un caño, le causaron una fractura de cráneo y una fisura en la nariz, lesiones por las que tuvo que recibir atención médica de urgencia. La escena de violencia explícita frente a dos niños pequeños agrega una capa de crueldad y trauma imborrable al episodio.
Denuncias Ignoradas y un Pedido de Justicia
Lo más indignante del caso es que esta agresión pudo haberse evitado. Mayra confirmó que no era la primera vez que sufría hostigamiento por parte de las mismas adolescentes y que ya había realizado la denuncia correspondiente por amenazas previas.
Con una mezcla de dolor y frustración, la víctima expuso la inacción de las autoridades en declaraciones a medios locales, dejando una pregunta que resuena con fuerza: «¿Esperan que me apuñalen o me baleen la casa?». Su testimonio pone en evidencia un sistema que a menudo no llega a tiempo, a pesar de las alertas. Ahora, mientras se recupera de sus heridas, solo pide que se haga justicia y que las responsables sean identificadas y paguen por el brutal ataque.